Esta es una de estas cosas que pasan mientras uno esta tranquilamente en su casa, y todo empieza con el sonar del timbre.
Bueno empecemos. Erasé una vez que se era, que tres tíos chungos (Robles, David y Roberto) que se presentan en casa de un atractivo y apuesto joven (que por supuesto era yo) y le proponen un viaje a lo plan aventura, de estos que no se planean y que suelen acabar siendo los mejores, aunque bueno en algunos casos hay que confesar que no. Pero en concreto este empezó y acabo bien, por lo menos para mí. Aunque el destino del viaje nunca tuvo importancia y de hecho no se decidió hasta casi él ultimo momento el viaje acabo en la ventosa tarifa.
El viaje, sin duda peligroso debido al conductor asignado (Roberto), empezó con un poco de retraso ya que intentamos enrolar más gente a la aventura, al final solo conseguimos que Mónica (la loca) se uniera a nosotros, así que los 4 (Robles se rajó por que al día siguiente trabajaba) nos dispusimos a partir. Tras la llegada a las 12 de la noche a Tarifa, dimos un pequeño paseo por el pueblo y al final después de mucho comparar entramos por fin a un sitio a tomar algo. Tras lo cual nuestra mermada economía nos sugirió irnos a la playa de bottellón. Y allí estabamos a orillas del océano Atlántico, con un cubo de fregar lleno de tinto de verano y tan felices que éramos con nuestras conversaciones como siempre tan estúpidas como nosotros mismos, referente a los actos bueno algunos son censurables y otros no tanto, como el hecho de que yo y otro más de nosotros (no diré quien por si le molesta) se bañara en pelotas en el mar (pero de buen rollo, sin mariconadas) mientras que los otros dos más tímidos decidieran hacerlo con algo de ropa.
Pero todos los viajes acaban, que sería sino del pobre síndrome pos-vacacional y ya de mañana emprendimos el viaje a mi pequeña prisión sin barrotes: Fuengirola. En conclusión un viaje para recordar en compañía de gente para nunca olvidar. Espero que nos animemos más a menudo para hacer cosas de esta.
5 comentarios:
Ufff, me da la resaca de tan sólo acordarme.
Vaya vaya. Tuvisteis un día rápido pero intenso. Como aquel pastel que se iba comer Homer, pequeño pero lleno de muchas calorías.
Un beso
jaja, si fue un día chungo de esos para recordar, menos mal que ví al fondo una puerta estelar que nos sirvió de guarida jaja. bss. Mónica, la loca? por qué?
Flipo con vosotros, en serio. Es uno de los motivos por los que me caeis bien, la espontaneidad, ja ja. Pues nada, visto lo visto, os avisaré con cierta antelación de cuándo bajo por allí y así hacemos otra escapadita.
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